29 marzo 2006

Suicidas crónicos tienen otra oportunidad de vida

Un paciente borderline es aquella persona que tiene dificultades de adaptación y problemas para interrelacionarse con otros individuos y, lo más importante, con sus propias emociones y sentimientos”, explica el psiquiatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, doctor Juan Francisco Labra.

El especialista añade que por ello intentan suicidarse o agredirse cortándose los brazos, mutilándose, quemándose o arrancándose el cabello. “Estas son personas muy solas, que les cuesta establecer relaciones de amistad porque fácilmente entran en discusiones y terminan peleándose con sus más cercanos. A veces también desarrollan conductas promiscuas y se hacen adictos a las drogas y al alcohol”, explica el doctor Labra, quien trabaja en el Hospital del Salvador.

El cuadro psiquiátrico es más común entre las mujeres y, si bien es frecuente en individuos que han tenido una historia familiar compleja, muchas veces marcada por el abandono, hambre, frío, maltrato y abuso físico y emocional; en otros casos la invalidación de estos sujetos ocurre en lo que parece ser un hogar modelo.

“Se ha descrito que ciertas familias socialmente muy destacadas, con padres profesionales y varios hijos prometedores con excelente rendimiento escolar, incluyen en su núcleo a lo que se conoce vulgarmente como la oveja negra. Una persona indisciplinada, que le va mal en el colegio, a quien siempre se le está diciendo que no sirve para nada y que termina sintiéndose descalificada y terriblemente insegura”, plantea el médico.

Por eso, explica el psiquiatra, es muy importante que los progenitores, a pesar de ser profesionales brillantes, no aspiren a que todos sus hijos tengan las mismas características. “Las familias deben tener olfato para percibir la diferencia entre los niños porque se corre el riesgo de generarles una sensación de desamparo tan grande, que ya en la adolescencia comienzan a revelar los primeros síntomas de una enfermedad que no siempre tiene buen pronóstico. No estamos diciendo que la disciplina o los límites son peligrosos, muy por el contrario, pero lo importante es que se entreguen en un marco de cariño y seguridad”.

El doctor Labra agrega que estas personas tienen una intensidad emocional excesiva que los impulsa a quitarse la vida para borrar el momento presente, evitando así afrontar sus problemas y sufrimientos.

Terapia Conductual

Hace 15 años la doctora Marsha Linehan, profesor titular de Sicología de la Universidad de Washington, Seattle, Estados Unidos, creó la Terapia Conductual Dialéctica, que enfatiza la relación de colaboración entre el paciente y el terapeuta, donde prima el compromiso del enfermo a adherirse al tratamiento.

Esta terapia incluye técnicas específicas que enfatizan el análisis detallado de eventos gatillantes y conductas desadaptativas y el desarrollo de estrategias para solucionar problemas y contingencias.

“Uno de los conceptos más importantes en esta terapia es el mindfulness, tomado del Zen y la meditación, que crea en el enfermo una nueva forma de ver la vida, generándole cambios fisiológicos que, incluso, son detectables con tecnologías de punta, como la resonancia nuclear magnética”, apunta el doctor Labra.

El especialista recalca que el mindfulness ayuda a que el paciente se acepte a sí mismo, sus emociones y sensaciones. “Tratamos de evitar que enjuicie, lo que es muy común en los chilenos que estamos acostumbrados a ponerles un pero a todas las cosas, aunque sean positivas”, dice.

Nos hemos dado cuenta que con terapia de varios meses, y en algunos casos con medicamentos, logramos que el paciente ejercite sus emociones y aprenda a controlarlas. El Zen los lleva a centrarse en el momento que están viviendo, a aceptar la realidad tal como es y a tener una vida más armoniosa, que se equilibra con estrategias dialécticas de cambio”, resalta.

Fuente: Facultad de Medicina, Universidad de Chile

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