09 noviembre 2006

Encuentran relación entre obesidad infantil y nivel socioeconómico

Según un estudio realizado en la Universidad de Chile, los niños de escasos recursos con una condición económica más estable tienden a comer más, especialmente a fin de mes y a hacer menos ejercicio que los menores en situación más deficitaria. Ello estaría produciendo una mayor obesidad y sobrepeso en este grupo.

La prevalencia de obesidad escolar es muy heterogénea, incluso en una misma comuna. Eso llevó a la doctora Daniela Adjemian, quien está realizando el Magíster en Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, a analizar los factores socioeconómicos que pudieran incidir en esta situación.

Para ello estudió 239 niños de la Región Metropolitana, de segundo año básico, pertenecientes a las comunas de Lo Espejo, Ñuñoa, Quinta Normal, San Miguel, Renca y Santiago. “Elegimos las comunas de mayor prevalencia de obesidad en la capital y dentro de éstas las escuelas con niveles altos, medios y bajos, para hacer una comparación adecuada”, comentó.

A las madres de los niños les fueron aplicadas dos encuestas alimentarias que se realizaron en períodos diferentes del mismo mes. Junto con ello se hizo un estudio sociodemográfico para conocer las características del entorno donde vivían los menores. “Aunque las comunas eran relativamente homogéneas hicimos una separación socioeconómica, dividiendo a los niños en aquellos que tenían más recursos de los que poseían menos, justamente, porque nos interesaba saber si esto influía en la alimentación o la actividad física”, dijo la doctora.

Para Hugo Amigo, académico del Departamento de Nutrición, otros estudios, llevados a cabo en adultos, han revelado que las mujeres de condición socioeconómica más alta tienden a ser más delgadas que las de estrato bajo. “En este estudio esperábamos encontrar una situación similar, es decir, que los niños cuyas familias tuvieran un mejor pasar, aunque en general fueran de condición socioeconómica baja, se mantuvieran más delgados, cosa que no ocurrió".

La doctora Adjemian dijo que los menos pobres tendían a consumir más, especialmente al final del mes. Esto se hace evidente en la ingesta de lípidos, probablemente en forma de dulces, galletas, snacks y confites de alto valor energético, al tiempo que hacían menos ejercicio. “Pudimos constatar que la alimentación en ambos grupos fue mayor a principios de mes que al final y nos dimos cuenta que, en general, el consumo de macronutrientes era relativamente balanceado".

Asimismo, los niños con más recursos tendían a usar más el patio de sus casas para jugar, que se caracterizaban por ser espacios reducidos, en vez de acudir a los centros comunitarios donde hay canchas de fútbol, piscinas y lugares de esparcimiento. “Los niños más pobres solían caminar más, se entretenían fuera del hogar y pasaban menos horas frente al televisor o el computador. Encontramos que por cada hora de sedentarismo el riesgo de ser obeso aumenta a un 13 por ciento”, explicó.

Fuente: Facultad de Medicina, Universidad de Chile

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