05 diciembre 2005

Yoga urbano, o cómo buscar la paz en la oficina

Cada vez más profesionales lo practican en horas de trabajo.

Mencionar la palabra yoga evoca de inmediato imágenes de tranquilidad, aislamiento, silencio y relax. Sin embargo, en Buenos Aires, donde predominan el ruido, el vértigo y el hacinamiento, cada vez más jóvenes profesionales buscan, con la práctica de esta disciplina milenaria, evitar que las exigencias cotidianas afecten su salud y su equilibrio laboral. Y lo hacen nada menos que en la oficina.

¿Cómo? Con la ayuda del “yoga urbano”, una actividad que se aplica al control de los problemas ocasionados por la vorágine de la ciudad.

“El yogui urbano es una persona muy disciplinada, que sabe poner límites y cuidar su bienestar –dijo a LA NACION David Lifar, director de la Fundación Indra Devi, una de las instituciones que brindan esos cursos en distintas empresas–. Urbanizar el yoga es aggiornar su práctica a la ciudad, donde es indudable que se interactúa permanentemente con un montón de factores que en el aislamiento o en un convento no existen.”

Dos veces por semana, más de 1000 profesionales de distintas disciplinas, empleados administrativos, operarios y técnicos de empresas grandes y chicas reciben en su lugar de trabajo clases guiadas por instructores que de inmediato perciben el estado de ánimo de los alumnos, que visten desde traje hasta overol y enseguida comienzan a cumplir las pautas para serenar la respiración, tranquilizar la mente y relajar el cuerpo.

Una hora más tarde, los yoguis urbanos retoman las tareas pendientes sin las tensiones concentradas en el cuello, los hombros y la mandíbula, y con las ideas más ordenadas.

"Desde ya que la práctica de este yoga más adaptado a los conflictos propios de vivir en una urbe no nos va a solucionar todos los problemas, pero sí nos va a enseñar a encontrar la actitud adecuada para el momento de la toma de decisiones", aseguró Lifar, discípulo de Indra Devi, la primera mujer occidental que enseñó el yoga en la India y que en su quinta visita a la Argentina decidió radicarse en el país para enseñar la disciplina en su propia fundación.

Fuente: La Nación, Argentina